A esta milf se le rompe la panocha follando duro con el caballo. Aunque muchas mujeres se crean expertas en el sexo, hay que tener cuidado cuando se trata de zoofilia y sobretodo con caballos, ya que en muchas ocasiones pueden surgir problemas de este tipo en el que el caballo le hace un destrozo a la madura en su panocha. Aunque conozcamos muy bien a nuestros animalitos, siempre hay que tener cuidado con el sexo hardcore, follar con la enorme verga del caballo no es algo tan fácil.
caballo poni haciendo el sexo con mujeres
La milf veterana se ha crecido pensando que era una experta y que no necesitaba practicar ni aprender nada nuevo antes de copular con equinos y así ha terminado con la panocha rota. Lo más normal para practicar sexo con caballos es lubricar muy bien el coño de la mujer y dilatarlo al máximo para dar entrada a la enorme y gruesa verga del semental.
La primera vez que monté a caballo, tenía 2 años. No era nada especial, solo uno de esos paseos en poni que se hacen en las ferias. Además de eso, la primera vez que monté a caballo legítimamente tenía 6 años; Fue dos semanas después de que me diagnosticaran diabetes tipo 1. Mi pediatra vivía en una granja, así que mi carrera como jinete comenzó en su casa con su hija enseñándome. Un jueves, fui a mi primera clase y me enamoré del deporte. Acordamos lecciones semanales en un poni al que habían llamado Snoopy.
Desde entonces, Gideon sufrió una lesión en su casco. Pasó un año recuperándose, y ahora ha vuelto al trabajo y lo está haciendo muy bien. Lo monto seis días a la semana junto con otros caballos que mi entrenador me pide que ejercite. A veces eso puede significar hasta 5 o 6 caballos por día, así que entre la equitación y la escuela, mi vida está definitivamente ocupada, pero eso es lo que me encanta! Llevé a Gideon a su primer show desde su lesión hace unas semanas y se colocó en el primer lugar entre 45 personas! Estoy encantada de que haya vuelto y esté bien.
Zoophiles, marido y mujer, decidieron jugar un poco traviesos y se montaron un trío con ponis frente a la cámara. La rubia se puso un strap-on largo y empezó a masturbar la vagina del caballo con una zanahoria. El hombre se puso tan mal que hasta dejó que la rubia se follara al animal en su coño, y luego se sentó detrás y arrancó el caballo con una gran polla.
Si ellas no podían vivir sin hombres se debía a que tenían la firme convicción, instinto heredado de toda una familia de marinos, de que la última palabra la dice siempre el sexo contrario. A nuestros semejantes del mismo sexo solemos preguntarles su opinión y pedirles su consejo sobre dotación, sobre cocina, sobre el jardín, pero cuando llega el momento de tomar una solución las palabras de nuestros mejores amigos resultan vacías y sin fuerza; es cuando tenemos que dirigirnos al sexo contrario. Capitanes de barco ancianos y encanecidos, que han dado la vuelta al cabo de Hornos y salido airosos de ciclones, conocen bien esta ley. Pueden ser respetados en cubierta o en un motín, pero son, en último extremo, las mujeres las que han de decir si merece la pena que sigan viviendo o no.
Las esposas ancianas de los marineros conocen bien esto y se preocuparán y tomarán grandes molestias de encauzar a sus tiernos hijos. Esta doctrina y rápido ojo clínico está muy desarrollado entre las familias marineras, porque entre ellas los dos sexos tienen la oportunidad de verse unos a otros a distancia. Un marinero o la hija de un marinero juzga a una persona del sexo contrario con la misma rapidez y el mismo acierto que un cazador juzga a un caballo, un ganadero a un toro, o un soldado a un fusil. 2ff7e9595c
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